sábado, 2 de marzo de 2013
Las caras del horror
El armamentismo nuclear
Como parte de la demostración de poderío, los países “desarrollados” comienzan una lucha por estar a la vanguardia en el armamentismo nuclear. Esto trae consigo: reconocimiento, poderío militar y económico, ser respetados, temidos y muchas veces odiados.
Lo que estas decisiones macro políticas no se detienen a evaluar, son las implicaciones que dichas acciones tienen en la sociedad civil, en el pueblo de a pie y menos en los “otros”. Y cuando hablamos de “otros”, estamos hablando de los habitantes de los países “subdesarrollados” que son en ultimas quienes padecen las consecuencias de los ensayos nucleares, al ser el objeto de los ataques o los “conejillos de indias”, so pretexto de la búsqueda de la “paz mundial”. Ellos, los países “desarrollados” no ven, las caras del dolor, del miedo, de la desesperación y la desesperanza, en una frase: LAS CARAS DEL HORROR.
Contexto Histórico
La Guerra fría es el término que se ha utilizado para definir una situación internacional, en la que las dos potencias iniciaron una carrera de armamentos y adoptaron una actitud beligerante que les llevó al enfrentamiento, si bien no llegaron nunca a una lucha armada directa. Esta confrontación se manifestó en conflictos localizados, fuera de su territorio, en forma de guerras largas y sangrientas en las que el enfrentamiento se producía indirectamente, a través de aliados periféricos de las potencias. Además, los conflictos durante la Guerra Fría han de insertarse en la perspectiva del proceso de descolonización iniciado a raíz de la Segunda Guerra Mundial. Confirmado el dominio del mundo y aceptado el statu quo definido en 1945, el problema, a lo largo de más de veinte años, fue la ubicación, en cada uno de los bloques, de los nuevos países surgidos tras los procesos de independencia.
El enfrentamiento militar que tuvo lugar en Vietnam desde 1959 hasta 1975, cuyo origen fue la determinación de las guerrillas comunistas (el llamado Vietcong) de Vietnam del Sur, apoyadas por Vietnam del Norte, de derrocar al gobierno sur vietnamita.
El enfrentamiento desembocó en una guerra entre ambos países que pronto se convirtió en un conflicto internacional cuando Estados Unidos y otros 40 países más apoyaron a Vietnam del Sur, mientras que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la República Popular China suministraron municiones a Vietnam del Norte y al Vietcong.
El conflicto también afectó a Laos, donde el Pathet Lao (comunista) combatió al gobierno desde los años 1965 hasta 1973 y logró derrocar el régimen monárquico en 1975, y también involucró a Camboya, cuyo gobierno se rindió en 1973 ante el grupo comunista Jemer Rojo
Hablar de la guerra de Vietnam lleva de inmediato a referirnos al napalm, un compuesto de nafta, benzol y poliestireno; una sustancia gelatinosa, que arde al pegarse a cualquier superficie, incluso la piel de una persona
El napalm fue inventado en 1942 en la Universidad de Harvard. El Ejército de EE.UU. lo empleó por primera vez contra los japoneses en la Segunda Guerra Mundial, pero fue utilizado masivamente en Vietnam. Su utilización provocó masacres en numerosas aldeas norvietnamitas y la destrucción de los campos de cultivos. Sus efectos residuales se mantienen por décadas.
Las evidencias del dolor
En Vietnam, podemos ver el típico ejemplo de esta situación, la imagen de una niña quemada por la bomba de Napalm, son desgarradoras. El cuerpo de esta niña llamada Kim Phuc, y de los demás niños que la acompañan, habla del dolor, del horror y de la crueldad de la guerra nuclear. Son cuerpos que por lo pequeños debían reflejar ternura, felicidad, paz. En cambio a su corta edad, reflejan toda la miseria que un ser humano puede sentir: la desnudes, el desamparo, el dolor, la desesperanza, pero sobre todo la angustia de ser protagonistas de una guerra no entendida, no pedida, no buscada, no importante, no necesaria. Como confirmación de este horror transcribimos lo que expresa Kim en un reportaje realizado por la cadena Británica BBC en el año 2000, tras la publicación del libro "The Girl in the Picture" (La chica de la foto), que contó su historia: "De repente mi ropa estaba envuelta en llamas. Vi el fuego sobre mi cuerpo, en especial sobre mi brazo. En ese instante pensé que, si sobrevivía, sería fea y anormal en comparación con otros niños. Estaba muy asustada, porque no vi a nadie a mí alrededor. Sólo fuego y humo. Lloraba y corría para escapar del fuego. El milagro es que mis pies no se quemaron. Seguí corriendo, corriendo, corriendo."
La pérdida de la dignidad, de la identidad.
Pero aquí no termina el horror. La búsqueda de un lugar seguro, porque el que se habita ya no lo es, el ser arrancados del habitad, solo por la búsqueda de la supervivencia, que si se evaluara no es lo más importante, porque sobrevivir con el pánico a cuestas, con un dolor que atraviesa todo el cuerpo y se demuestra en cada poro, con la perdida de la dignidad, de la identidad, no es lo que en derechos humanos se denomina “UNA VIDA DIGNA”.
Esto es lo que vemos en estos rostros que reflejan el cansancio, el medio, la incertidumbre, de no saber que esperar, a donde ir, que hacer.
Es entonces donde nos preguntamos si pueden llamarse “desarrollados” los que son capaces de producir este horror en otros seres humanos?; podremos llamar “subdesarrollados” a unos seres con la capacidad de lucha y supervivencia tal que pueden sobrevivir a pesar del horror vivido y de sufrir los estragos que la sed de poder produce?
Dejamos la inquietud porque la verdad, estos habitantes de Vietnam son un VALIENTES, en mayúscula y los “otros” son .... “los otros” porque no merecen ni que se les nombre.
Fuentes
http://edant.clarin.com/diario/2005/11/09/elmundo/i-02203.htm
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